viernes, 21 de diciembre de 2012

La Mandrágora en el antiguo Egipto



La mandrágora pertenece, junto con el beleño o la belladona, a la familia de las solanáceas. Esta es una planta perenne sin tallo que crece aproximadamente un metro. Tiene grandes hojas arrugadas y una gruesa raíz normalmente bifurcada que alcanza la longitud de un metro y sus pequeñas bayas rojas se encuentran en los murales de las tumbas de la necrópolis tebana.
Esta planta se encuentra entre los motivos simbólicos que adornaban las tumbas de los faraones. Bayas de mandrágora se encuentran en los hipogeos de Gurna en donde Sennefer sujeta en su mano un ramo de lotos con tres bayas de mandrágora. También se encuentra representada en la tumba de Menna en donde aparecen dichos frutos. También en la tumba de Nakht aparecen dos mujeres con los ojos muy abiertos ofreciéndose la una a la otra dichas bayas, incluso una de ellas sujeta el brazo de su compañera con una sonrisa enigmática y silenciosa. Casos similares ocurren en las tumbas de Nebamon y en la de Ramose donde delante de los ataúdes antropomorfos se encuentran dos gigantescos adornos florales en los que se incluyen bayas de mandrágora.
En Sakkara, en la tumba de Meryre se puede contemplar al príncipe Saaton en las rodillas de Meryre con una mandrágora en la mano. La relación entre mandrágora y arte funerario está muy marcada pero también aparecen en templos, como el de Amon en Karnak con Amenofis III, con un ramo de lotos y mandrágoras. También podemos ver bayas de mandrágoras cuando Seti I ofrece tales frutos.


La mandrágora aparece en el Antiguo Egipto durante el reinado de Tutmosis III. Durante este reinado se introdujeron en Egipto animales y plantas de otras tierras como parte del botín de sus numerosas guerras por Siria y Palestina. El botín de guerra aparece registrado en los Anales del templo de Amon en Karnak.
Los efectos de la mandrágora eran conocidos por los sirios y se lo transmitieron a los conquistadores egipcios. Tutmosis III sería el primer faraón en conocer los efectos enteógenos de la planta y poder así caminar hacia el reino de Osiris y poder volver para contarlo. Así Tutmosis III ofreció la mandrágora al dios Amon.
En la tumba de Sennedjem encontramos plantas de mandrágoras, aciano (centaurea depressa) o adormidera (papaver somniferum). Los colores tenían un significado entre los egipcios:


- El amarillo: Las bayas de mandrágora. El oro de la carne de los dioses
- El verde: De los tallos y las hojas. La renovación de la naturaleza, el color de la piel de Osiris.
- El azul: De las flores de azulejo. El Nun, el agua.
- El rojo: Las flores de la adormidera. La fuerza del desierto, el disco solar.


Es curioso, cuando uno contempla los murales de los templos egipcios ve que los ojos de los representados están muy abiertos y nos hacen pensar como si estuvieran ausentes y sus labios mantienen el mismo encanto que la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci. Científicamente las pupilas de los ojos dilatadas, como ocurre en muchos murales, se llama midriasis. La investigadora Begoña del Casal Aretxabaleta (universidad de Arica, Chile) afirma que los pintores y escultores egipcios del Imperio Nuevo (1550 a. C.-1070 a. C.) desarrollaron tales extraños ojos como forma de indicación de lo trascendental, relacionado con el consumo de alguna sustancia. Lo más probable que fuera a causa de la mandrágora.

La bombilla de Denderah
Este hallazgo se encuentra en el templo de la diosa Hathor, en una cripta. Creemos que los relieves encontrados en la cripta del templo de Denderah, donde aparecen unas formas ovoides, conocidas por los amantes del misterio como “bombillas de Denderah”, podrían ser bayas de mandrágora o alguna solanácea con alto contenido en alcaloides. Algunos egiptólogos afirman que se trata de una representación de carácter mitológico en la que se narra el nacimiento de una deidad egipcia, relacionada con la serpiente cobra. Para otros se trata de una auténtica bombilla que funcionaba con energía eléctrica con el fin de generar luz para poder ver en el interior de estos recintos. Otros afirman que era un candil que funcionaba con gas metano o carburo, una especie de “camping gas” del pasado.
La forma oval saliendo de un cáliz es muy similar a las bayas de mandrágora y está recorrido interiormente por una serpiente, símbolo de sabiduría y de la inmortalidad señalando al estado enteógeno producido por los alcaloides que contiene esta baya. Este relieve es una escena mística, en la que los personajes que rezan con la cabeza en contacto con la baya de mandrágora pueden estar en contacto místico.
Parece ser que la mandrágora estaba de moda y aparece en diferentes objetos y mobiliario de la época, como por ejemplo, en ánforas procedentes del palacio de Malkata, en el ajuar de Tutankhamon encontramos bayas de mandrágora en cestos hallados sobre las jarras de vino y en el collar vegetal que se encontró sobre el tercer féretro del rey.

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