miércoles, 1 de julio de 2015

En busca de la armonía. Pepa Vera Oliver


Cuando era una adolescente, mi búsqueda del equilibrio pasaba simplemente por ajustar el ritmo del caballo salvaje que llevaba dentro y del jinete que intentaba dominarlo, hasta fundirse en una sola carrera armoniosa, cuerpo y mente caminando en la misma dirección.

De joven la cosa se fue complicando, ya no solo contaba mi mundo interior al que había llegado a entender de alguna manera, sino que entraba todo un entorno en el que actuar y sentir, y ahí empecé un largo camino por la coherencia personal, la coherencia entre lo que se piensa, lo que se siente y lo que finalmente se hace, reconozco que vivir la generación de cambio social y político me facilito la labor, era fácil encontrar la satisfacción de la coherencia personal, en la lucha contra franco y los logros sociales que se consiguieron en relativamente poco tiempo.



Con la madurez llegan las dudas de las certezas propias y ajenas, con la globalización de los poderes, la impotencia de los cambios, con las decepciones cercanas, el descubrir más mezquindad de la esperada, y como encontrar armonía en ese escenario, a veces tan nauseando donde se desmoronan ideas, principios, valores y personas, como si todo lo construido y luchado tuviera los pies de barro.


La búsqueda de esa armonía, tiene que replegarse en el interior, encontrar la paz que la rabia por la barbarie puede destruir, y con ello nuestras neuronas de claridad para analizar las cosas y sentirlas, desde esa esencia humana que nos hace dignos y capaces de provocar cambios y de amar.

Tengo la suerte de trascender de lo cotidiano a través de la pintura, y en los últimos años a través de la creatividad he encontrado un bálsamo a mis heridas y una vía de búsqueda de la armonía personal que tanto deseo.



También la práctica de Yoga, me ayuda a conectar con mi interior y limar las aristas de mi propio carácter y el roce con el entorno social cada vez menos atractivo y más hostil


En el cuadro titulado armonía en el que trabaje varios meses con intensidad y con dolor de “parto”, pude experimentar lo difícil que resulta encontrar un equilibrio armonioso entre todo lo que somos y entre todo lo que nos rodea, no desde el aislamiento individual, sino inmerso en este mundo, consciente y sin cerrar los ojos a esa realidad, con cuidado de no perder la calma ni dejarse llevar ni manipular.



 

 Me di cuenta a través del cuadro que con formas redondeadas fluía mejor la energía y la paz, la comprensión y la compasión, pero también que eran necesarias barreras de separación de las personas y situaciones toxicas, que los límites de lo claro, de lo oscuro de lo frio y de lo cálido, debían conformar una red de seguridad para no sucumbir en este mundo tan injusto y por el que es tan difícil transitar en armonía, yo aún no lo he conseguido pero sigo buscando dentro y fuera de mi, en la energía positiva de cada ser humano que me rodea y de mi misma.
                                     
 Pepa Vera Oliver

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