Desde nuestro origen hemos utilizado las plantas como alimento, como material de construcción, como medicina y para modificar las percepciones sensoriales ya algunas de ellas inducen al amor y la sensualidad. Los griegos llamaban a estas plantas Choras aphrodisias el coro de afrodita, los afrodisíacos eran los medios propios de la Diosa.
En sus orígenes Venus la diosa Romana del amor era una diosa de los huertos que hacia crecer, fructificar y proporcionaba riqueza a las personas. Del huerto al jardín del placer solo había un paso y se plantaron flores vistosas y hierbas mágicas para honrar a la diosa y proteger de la mirada de los moralistas a los amantes.
Estas plantas venerae son al erotismo lo que las especias a la cocina, símbolos de la seducción femenina.
Simbología
En
la Grecia Clásica, el mirto o arrayán, estaba asociado a la diosa
Afrodita y simbolizaba tanto la fecundidad como la
fidelidad. Plinio el
Viejo describe, en su Historia
Natura ritos
nupciales en los que los esposos iban coronados con mirto durante el
banquete. En época romana la planta no pierde su significado
erótico, pues se utilizaban ramilletes de mirto para azotar a las
mujeres durante las festividades de la Bona
Dea con
el fin de aumentar su fertilidad, tal y como describe Ovidio en
sus Fastos.
Otra
historia del mundo clásico relaciona el mirto con significados
funerarios: la de Dioniso bajando
al Hades a
rescatar a su madre, Sémele,
muerta por los rayos de Zeus.
La tradición cuenta que tuvo que dejar un arbusto de mirto en el
inframundo para poder sacar a su progenitora.
El
cristianismo continúa utilizando el mirto, esta vez con su sentido
de pureza y fidelidad, para coronar a los nuevos cristianos en épocas
tempranas o representando a la Virgen con una rama en señal de
virginidad.