viernes, 19 de abril de 2013

LA ELEVACION DE LA CONSCIENCIA, por Ramiro Calle


   La consciencia es la función más preciosa de la mente y la hermana gemela de la atención.  Nos permite captar y captarnos, sentir y sentirnos, ser y sernos. Es como un diamante en bruto que hay que pulir. Infinidad de enseñanzas y métodos perpetuados por las tradiciones espirituales, sobre todo en Oriente, han tenido por objeto la elevación de la consciencia, toda vez que la mayoría de los seres humanos tenemos una consiencia crepuscular o semidesarrollada, pero que podemos cultivar metódicamente y ensanchar, con lo que conseguiremos un entendimiento más penetrativo y revelador, e ir descorriendo la espesa niebla de la mente, que es esa ofuscación donde entroncan la avaricia y el odio. En la medida en que desarrollamos la atención, aprendemos a estar más conscientes, así como en la medida en que estamos más conscientes obtenemos un umbral más alta de atención. Una de las primeras prioridades de nuestra vida tendría que ser hacernos conscientes. Es un propósito que tendríamos que mantener y que le daría un significado y un sentido a cada día de nuestra existencia. Permanecer en el continuado intento de estar conscientes. 
   La consciencia es vivacidad, intensidad, percepción más intensa, cognición más precisa, lucidez y sabiduría, y en suma comprensión profunda y compasión. La elevación de la consciencia nos ayuda a realmente humanizarnos, percibir la realidad que se esconde tras las apariencias, descubrir que es en cada uno de nosotros lo adquirido o lo esencial, conectar con la realidad inmediata y permanecer en el incesante aprendizaje existencial. Incluso el sufrimiento con consciencia se torna altamente transformativo, pero sin ella más bien embota y degrada. La vida con consciencia se convierte en un viaje donde no se presta tanta atención al placer o al dolor, a lo favorable o desfavorable, porque todo se enfoca de tal modo que coopera en la evolución consciente y así incluso los enemigos se convierten en aliados. Pero tenemos una consciencia tan torpe y semidesarrollada, que necesitamos toda suerte de métodos para irla despertando a una dimensión superior. La vida es una gran maestra con sus inconvenientes y escollos, que son como choques adicionales para emerger del sonambulismo psiquico y obtener una actitud de mayor atención y ecuanimidad.
 
   No es igual la visión desde el sótano de una casa que desde la terraza de la misma. En la medida en que vamos realizando el trabajo sobre nosotros mismos para la elevación de la cosnciencia vamos consiguiendo una visión más diafana y un entendimiento más certero. Pero la consciencia está tan embotada que hay que hacer un trabajo de envergadura para irla sacando de su letargo y que pueda comenzar a reportar la luz de la sabdiuría. Este trabajo nadie puede hacerlo por uno. Nos pueden ofrecer las herramientas oportunas, pero uno mismo tiene que efectuarlo, y de ahí la célebre admonición de Buda: "¡Esperadlo todo de vosotros mismos!". 
 
   Para la elevación de la consciencia nos podemos servir del trabajo consciente sobre el cuerpo, destacando en tal sentido el verdadero hatha-yoga; asimismo de la asidua práctica de la menteditación y del establecimiento de la atención en nuestra vida cotidiana y nuestras actividades diarias; también mediante el cultivo de una actitud adecuada y la vigilancia a la mente, la palabra y las obras. Por supuesto, será necesario adentrarse en la senda del autoconocimiento mediante la observación de uno mismo y el esfuerzo por ir superando las reacciones emocionales desmesuradas y los comportamientos inapropiados y neuróticos. Todo ello se verá apoyado por la consciencia de sí o presnecia de ser, que es como el centro observador en el que nos instalamos para no dejarnos arrastrar por automatismos, asociaciones mecánicas de ideas y tendencias nocivas subyacentes. La "estrategia" nos ha sido dada por las más grandes mentes iluminadas, pero necesitamos ponerla en marcha y no desfallecer. El sadhana o disciplina espiritual, es decir el método específico, es el soporte necesario para ir liberando la mente de trabas e ir esclareciendo el discernimiento. Tambien es el modo más seguro para ir desautomatizando y pudiendo pecibir la propia esencai más allá de la burda máscara de la personalidad. Sin esfuerzo no hay evolución consciente posible. Esfuerzo, motivación y entrenamiento metódico garantizan la transfomración interior y poder superar la ignorancia básica de la mente para escuchar la voz de nuestro yo más honesto y genuino. 


Ramiro Calle

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