Queridos
amigos:
Desde
hace muchos años vengo escribiendo mensualmente en la revista
Espacio Humano. Recientemente su directora, a la que me une una gran
amistad, me ha solicitado que colaborase en un blog propiciado por
ellos, a lo que he accedido y donde iré incorporando sucesivos
trabajos, y donde también se irán incluyendo los artículos que
publico en la revista.
BABA SIBANANDA de Benarés
A
lo largo de cuatro décadas he estado viajando a la India y
convirtiéndome, como me ha llamado, en un "cazador" de
hombres santos y sabios, que a veces no eran tan santos y desde luego
nada sabios, pues en la India, a nadie con discernimiento claro se le
oculta, hay tambien gran cantidad de impostores, falsarios y
mercaderes del espíritu, petulantes gurus que nadan tienen que
enseñar y vendedores de "humo
espiritual".
En
contraste con los gurús de masas, que la gran mayoría de ellos son
como actores o políticos frustrados, y que solo quieren ejercer
poder, afirmar su ego y conseguir pingues beneficios, hay sadhus y
renunciantes espirituales humildes, auténticos y que en sí mismos
son una lámpara de consciencia y ecuanimidad. He conocido muchos
gurús que no merecen llamarse tal y que hacen un daño inexcusable a
las verdaderas enseñanzas, pero también muchos mentores, sadhus y
eremitas sencillos, virtuosos y portadores de la verdadera sabiduría
india.
Después
de haber viajado numerosísimas veces a Benarés, me propuse no
volver a acceder a esta ciudad, aunque sí seguía viajando
periódicamente a la India. "¡Basta
ya de Benarés!",
me dije. Y discurrieron varios años sin que volviera a la ciudad que
se tiene por más antigua del mundo. Pero no es fácil escrutar los
insondables misterios del destino..., de lo que los hindúes
denominan el karma. O sea que aunque mi propóstio en principio era
muy firme, todo se "confabularía" de
manera tal que volvería a dar con mis huesos en la bulliciosa,
congestionada, caótica y muy santa Benarés, la ciudad de Shiva, el
señor de los tres ojos, el dios de los yoguis. ¿Y qué me haría
volver a Benarés? Aquello que Jung llamaba "sincronicidades".
No
es fácil definir lo que es una sincronicidad. Podría decirse que es
una casualidad que luego es mucho que una casualidad y se convierte
en causalidad o en una coincidencia cargada de sentido, hasta tal
punto que puede modificar actitudes, inspirar o revelar, incluso
orientar en decisiones serias a adoptar o intervenir contundentemente
en nuestras conductas. La corriente tradicional cristiana nos habla
de la Providencia, pero a las sincronicidades no hay que darles un
carácter religioso (aunque hayan personas que quieran procurárselo),
sino que se producen una serie de misteriosos o incognoscibles
coincidencias que tienen su propio sentido y alcance. Son
coincidencias tan significativas que cuesta tomarlas como meras
coincidencias. Sin entrar más en ello, decir ya que por una serie de
coincidencias muy especiales o sincronicidades, yo habría de
entablar relación con Baba Sibananda y, contra todo pronóstico,
volver a la ciudad de Shiva. Algunas de estas sincronicidades ya las
he expuesto alguna vez en la revista Espacio Humano y las he
enumerado en mi Autobiografía Espiritual. Son realmente asombrosas.
El
caso es que una caliginosa y luminosa mañana llegué de nuevo a
Benarés, tras varios años de evitarla, y allí a lo lejos, sentado
en una especie de café-restaurancillo a la india, tomando un té. Me
senté a su lado y le di un libro que me había entregado una alumna
para él. Preguntó:
-
¿Otro libro de Ramiro Calle?
Repuse:
-
Yo soy Ramiro Calle.
Nos
dimos un abrazo muy sentido y muy prolongado. Y a partir de ahí
nació una indestructible y muy profunda amistad. El me dijo: "Amigos
para siempre" y para siempre hemos sido amigos. Después acudí
varias veces a la ciudad más santa de la India tan solo para
encontrarme con él y disfrutar de su compañía.
Antes
de que yo me dejara convencen por el gran número de sincronicidades
para ir a verle, lo hizo mi buen amigo y uno de mis más antiguos
alumnos Publio Vázquez, al que pedí que le conociera y le
entevistara. En este blog incluyo parte de esa entrevista y también
parte de las que yo fuera haciéndole.
Baba
Sibananda desencarnó en Junio, apenas unas semanas después de que
lo hiciera mi amado hermano Miguel Ángel, que tanto me ayudó a
difundir la verdadera Enseñanza. En uno de nuestro últimos
encuentros, Baba Sibananda me entregó un cardenito de tapas de hule
rojo en el que a lo largo de años había ido recogiendo sus
pensamientos para mí. También incluiré en momento en este blog
parte de esas elevadas enseñanzas. Baba Sibananda tenía también un
lado de mentor zen, en cuanto que disponía de un especial y
contagioso sentido del humor y no gustaba de mostrarse jamás como un
mentor que impartía. Era un sadhu que entroncaba en la tradición
vedanta y que antes de asentarse definitivamente en Benarés, estuvo
peregrinando por diferentes partes de la India. Siempre, una y otra
vez me decía:
LA
MEDITACION ES EL CAMINO MAS DIRECTO HACIA EL SER.
Centro
de Yoga Shadak
http://www.espaciohumano.com/index.php/blogs/el-blog-de-ramiro-calle/295-baba-sibanand
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