domingo, 27 de enero de 2013

Otra Visión,¿Igualdad y/o Justicia?


IGUALITARISMO Y LAS ELITES
Murray N. Rothbard
Review of Australian Economics, Vo1.8, No. 2 (1995)




Una de las más grandes glorias de la humanidad es que, a diferencia de otras especies, cada individuo es único y, por lo tanto, insustituible; cualesquiera sean las semejanzas y los atributos comunes entre las personas, son sus diferencias las que nos llevan a honrar, celebrar o deplorar las cualidades o acciones de una persona en particular. Es esta diversidad, esta heterogeneidad de los seres humanos uno de los atributos más destacados de la humanidad. Esta heterogeneidad fundamental es lo que hace más curioso el penetrante ideal moderno de la "igualdad".
Pues "igualdad" significa "equivalencia" --dos entidades son "iguales" si y sólo si son la misma cosa. X = y sólo si son idénticas o son dos entidades que son lo mismo en algún atributo. Si x, y y z son "iguales en longitud", eso significa que cada una de ellas es idéntica en longitud, por ejemplo 1 metro. Entonces, la gente sólo puede ser "igual" en tanto es idéntica en algún atributo: por lo tanto, si Pepa, Rosa y Pilar miden cada una 1,70 m de altura, entonces son "iguales" en altura.
De manera que, ¿cómo explicamos la casi universal adoración contemporánea en el templo de la "igualdad", tanto es así que prácticamente ha borrado otros fines y principios éticos? Y encabezando este culto han estado filósofos, académicos y otros líderes y miembros de las elites intelectuales, seguidos por la tropa entera de "formadores de opinión" de la sociedad moderna, incluyendo expertos, periodistas, ministros, concejales, maestros de escuelas públicas, consejeros, asesores de relaciones humanas y "terapeutas". Y sin embargo, debería ser casi evidentemente claro para todos ellos que el esfuerzo en la búsqueda de la "igualdad" viola flagrantemente la naturaleza esencial de la humanidad y que, por tanto, sólo se puede perseguir, mediante el uso de la coacción.
La veneración actual de la igualdad frente a otros valores desprestigiados (en nombre de la “verdad” se han cometido los mas perversos crímenes) es, de hecho, una noción reciente en la historia del pensamiento humano. Entre filósofos o pensadores prominentes, la idea apenas existía antes de mediados del siglo XVIII; si era mencionada, sólo se hacía como objeto del horror y la burla. La naturaleza del igualitarismo fue claramente mostrada en el altamente influyente mito clásico de Procrustes,

En la mitología griega, Procusto (deformación de Procrustes, en griego antiguo Προκρούστης Prokroústês, literalmente ‘estirador’), también llamado Damastes (‘avasallador’ o ‘controlador’), Polipemón (‘muchos daños’)
Procusto tenía su casa en las colinas, donde ofrecía posada al viajero solitario. Allí lo invitaba a tumbarse en una cama de hierro donde, mientras el viajero dormía, lo amordazaba y ataba a las cuatro esquinas del lecho. Si la víctima era alta, Procusto la acostaba en una cama corta y procedía a serrar las partes de su cuerpo que sobresalían: los pies y las manos o la cabeza. Si por el contrario era más baja, la invitaba a acostarse en una cama larga, donde también la maniataba y descoyuntaba a martillazos hasta estirarla (de aquí viene su nombre). Según otras versiones, nadie coincidía jamás con el tamaño de la cama porque ésta era secretamente regulable: Procusto la alargaba o acortaba a voluntad antes de la llegada de sus víctimas.
  • Una cama de Procusto es un estándar arbitrario para el que se fuerza una conformidad exacta. Se aplica también a aquella falacia seudocientífica en la que se tratan de deformar los datos de la realidad para que se adapten a la hipótesis previa.
  • En matemática, el análisis procusteano es el nombre que se da al proceso de aplicar una transformación euclidiana que conservan la forma a un conjunto de éstas, para eliminar así las diferencias de traslación, rotación y escala entre ellas y llevarlas a un marco de referencia común.
  • En general se denomina procústeo a aquello opuesto a lo ergonómico, es decir, que parte de la idea de que es el hombre quien debe adaptarse a los objetos y no al revés.

La nueva elite coactiva
Cuando confrontamos al movimiento igualitario, comenzamos a encontrar las primeras contradicciones prácticas, no ya lógicas, en el programa mismo: que sus promotores más resaltantes no están para nada en las filas de los pobres y oprimidos, sino que son profesores de Harvard, Yale y Oxford, así como otros líderes de las clases sociales privilegiadas y las poderosas elites. ¿Qué tipo de igualitarismo es este? Si se supone que este fenómeno encarna la presunción masiva de una culpa liberal, entonces es curioso que no vemos a muy pocos de esta auto-flagelante elite desprendiéndose de sus bienes materiales, prestigio o condición para ir a vivir humildemente y anónimamente entre los pobres y desposeídos. Todo lo contrario, no parecen tropezar ni un paso en su escalada hacia la riqueza, la fama y el poder. En cambio, invariablemente se regodean en felicitaciones a sí mismos y a sus similares colegas de la elevada moral en la que se han envuelto a sí mismos.
Quizás la respuesta a este acertijo reside en nuestro viejo amigo Procrustes. Como ningún par de personas es uniforme o "igual" en ningún sentido en la naturaleza, o en los resultados de una sociedad libre, para crear y mantener semejante igualdad es necesaria la imposición de una poderosa elite armada con la coacción. Pues el programa igualitario claramente requiere de una poderosa elite gobernante para empuñar las formidables armas de la coacción y hasta del terror necesarias para operar el torno Procrusteano: para tratar de forzar a todo el mundo al molde igualitario. Por lo tanto, al menos para la elite gobernante, no hay "igualdad" aquí; sólo vastas desigualdades en poder, toma de decisiones e, indudablemente, de ingresos y patrimonio también.
Así, el ideal procrusteano tiene, como está destinado a tener, la más poderosa atracción para aquellos que juegan o esperan jugar en el futuro partes prominentes o provechosas de la maquinaria de aplicación [del programa igualitario]. Flew nota que este ideal procrusteano es la ideología unificadora y justificadora de una clase ascendente de asesores políticos y de profesionales del bienestar público, agregando significativamente que estas son todas personas al mismo tiempo involucradas en el negocio de hacerla cumplir [la ideología igualitaria] y que le deben a ellos sus avances pasados y futuros.

Institucionalizando la envidia
Sin embargo, hay un punto intrigante: hay desigualdades que nunca parecen indignar a los igualitarios, a saber, desigualdades de ingreso entre aquellos que proporcionan directamente servicios de consumo; notablemente atletas, actores de cine y televisión, artistas, novelistas, dramaturgos y roqueros. Sera que lo mismos igualitarios poseen estos valores de los consumidores y son, por lo tanto, considerados como legítimos, o que excepto por los deportes, estos son campos reconocidos implícitamente como dominados hoy en día por formas de entretenimiento y arte que no necesitan de talento real. Las diferencias en ingresos son, por tanto, equivalentes a ganar la lotería y los que se ganan la lotería son universalmente alabados como "afortunados", sin asociarles envidia alguna por atributos superiores.

Publicado originalmente en el Review of Australian Economics, Vo1.8, No. 2 (1995): 39-57. 
Murray N. Rothbard

No hay comentarios:

Publicar un comentario