En muchas personas hay un sentimiento de incompletud (acuño esta palabra), una sensación de que algo les falta o algo que pueden tener no lo poseen. Es un sentimiento que genera insatisfacción, descontento, vacío interior que se acarrea durante años y años. Es la sensación como de haber perdido algo o no lograr conseguir algo a lo que un impulso difuso nos impele. Todo ello dar por resultado la necesidad de buscar, aunque a veces no tenga uno definido qué se busca o dónde buscar o qué buscar. A veces el sentimiento de separatividad, de distancia entre nuestro ser y lo que creemos ser, es causa de angustia. La angustia apesadumbrante del sentimiento de separatividad.
Es como si uno sintiera que ha perdido el paraíso interior, el Origen, o bien que nunca ha estado en él, pero algo en uno aspira a estarlo. Es el sagrado impulso que nos incita a completarnos, a volver a ser nosotros mismos, a buscar un sentido a lo que hacemos o sentimos. "Algo" se activa en uno y quiere emerger, una energía, hasta ese momento sofocada, que se empeña en eclosionar; un eco de infinitud que palpita en lo más profundo y quiere recordarnos que tenemos que convertirnos en lo que somos y no seguir alimentando la imagen, la descripción, el holograma de aquello que no somos. Mientras exista la disfunción debida a estar en lo que no somos, habrá un estado, por leve que sea, de ansiedad o melancolía, como siente sed aquel que no la sacia. Se pone en marcha, se activa, el misterioso mecanismo de la Búsqueda, e incluso uno puede volverse como un sabueso que, inquieto, no deja de buscar. Ese sentimiento de descontento que invita a seguir buscando y a progresar espiritualmente y evolucionar conscientemente, es propio del ser humano con inquietudes y sensibilidades místicas.