Debo contar mis inicios con humildad,
porque considero que siempre fue un regalo del universo haber podido
dedicarme a lo que más me gusta en mi vida, solo dejándome llevar
por mi intuición y teniendo, a la vez, la sensación de que “algo
o alguien” me está llevando de la mano para realizar mi trabajo,
todo ello teniendo en cuenta que nunca asistí a ninguna clase o
curso y lo que he desarrollado como músico hasta ahora, solo ha
salido de mi interior como creador, de manera natural.
Recuerdo muy bien la anécdota que me
sucedió cuando tenía escasos 15 años y me encontraba en el balcón
de la casa de mis padres acompañado de mi madre. Paseando por la
acera vimos a una chica llevando su guitarra, y en ese mismo segundo,
mi cabeza dio un vuelco y le dije a mi madre….ama, voy a ser
músico. Por supuesto mi madre me miró con cara de capricho infantil
y ahí acabó la conversación.
A partir de ese momento estudié por mi
propia cuenta unos cuantos acordes de guitarra con un amigo y a los
dos años ya estábamos dando forma a nuestras propias canciones. En
poco tiempo, a los 17 años, entré en mi primer grupo de música y a
los 18 años fui el músico más joven en grabar un disco en mi
comunidad.
Con Daphu Khan, músico Manghaniyar, en Jaisalmer. |
Enseguida cambié a lo que sería mi
carrera musical autodidacta, cuando descubrí la importancia y las
raíces naturales de la percusión.A partir de entonces y hasta el
día de hoy, he participado en cientos de conciertos con otros tantos
grupos y he grabado más de 300 colaboraciones en otros tantos discos
como percusionista, además de haber editado mis propios trabajos
musicales y haber creado, en la década de los ochenta-noventa, el
grupo de pop-fusión latin-afro, 21 Japonesas.
Llegado el año 1999 y estando muy
saturado en cuanto a trabajo musical se refiere, decidí dar el salto
y dejándolo todo, me traslade a India para iniciar una andadura
diferente y conocer y contrastar nuevas culturas, sin dejar del todo
mi actividad musical, ya que en el período de 10 años en los que
viví en este país, edité un trabajo musical autoproducido llamado
Dancing Mantras, dando mi particular punto de vista musical a los
mantras más comunes en el día a día hindú.
La primera vez que me senté en un
banco, en la plaza de Jaisalmer, Rajasthan, India, no tenía a quien
consultar cuestión alguna acerca del movimiento musical en la zona
ni conocía a músico alguno. Sólo sabía que Rajasthan es muy rico
en cuanto a música popular y conocía el carácter rítmico natural
del pueblo indio…así que mientras notaba las miradas de curiosidad
de la gente que me rodeaba, pregunté a un joven de piel morena y
ojos azules si me podía poner en contacto con músicos de la zona.
Una vez más, tuve la sensación de que ese “algo o alguien” que
me servía como “guía” musical, estaba situándome en el lugar
correcto. El chico con el que estaba hablando era de la casta
Manghaniyar, casta musulmana dedicada exclusivamente al desarrollo
sagrado de la música en los templos hindúes dedicados a la diosa
Rani Bhatíyani…pero esa es otra historia…
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