domingo, 3 de febrero de 2013

Mi nombre es Luis Camino y soy músico.


Debo contar mis inicios con humildad, porque considero que siempre fue un regalo del universo haber podido dedicarme a lo que más me gusta en mi vida, solo dejándome llevar por mi intuición y teniendo, a la vez, la sensación de que “algo o alguien” me está llevando de la mano para realizar mi trabajo, todo ello teniendo en cuenta que nunca asistí a ninguna clase o curso y lo que he desarrollado como músico hasta ahora, solo ha salido de mi interior como creador, de manera natural.
Recuerdo muy bien la anécdota que me sucedió cuando tenía escasos 15 años y me encontraba en el balcón de la casa de mis padres acompañado de mi madre. Paseando por la acera vimos a una chica llevando su guitarra, y en ese mismo segundo, mi cabeza dio un vuelco y le dije a mi madre….ama, voy a ser músico. Por supuesto mi madre me miró con cara de capricho infantil y ahí acabó la conversación.
A partir de ese momento estudié por mi propia cuenta unos cuantos acordes de guitarra con un amigo y a los dos años ya estábamos dando forma a nuestras propias canciones. En poco tiempo, a los 17 años, entré en mi primer grupo de música y a los 18 años fui el músico más joven en grabar un disco en mi comunidad.


Con Daphu Khan, músico Manghaniyar, en Jaisalmer.
Enseguida cambié a lo que sería mi carrera musical autodidacta, cuando descubrí la importancia y las raíces naturales de la percusión.A partir de entonces y hasta el día de hoy, he participado en cientos de conciertos con otros tantos grupos y he grabado más de 300 colaboraciones en otros tantos discos como percusionista, además de haber editado mis propios trabajos musicales y haber creado, en la década de los ochenta-noventa, el grupo de pop-fusión latin-afro, 21 Japonesas.

Llegado el año 1999 y estando muy saturado en cuanto a trabajo musical se refiere, decidí dar el salto y dejándolo todo, me traslade a India para iniciar una andadura diferente y conocer y contrastar nuevas culturas, sin dejar del todo mi actividad musical, ya que en el período de 10 años en los que viví en este país, edité un trabajo musical autoproducido llamado Dancing Mantras, dando mi particular punto de vista musical a los mantras más comunes en el día a día hindú.

La primera vez que me senté en un banco, en la plaza de Jaisalmer, Rajasthan, India, no tenía a quien consultar cuestión alguna acerca del movimiento musical en la zona ni conocía a músico alguno. Sólo sabía que Rajasthan es muy rico en cuanto a música popular y conocía el carácter rítmico natural del pueblo indio…así que mientras notaba las miradas de curiosidad de la gente que me rodeaba, pregunté a un joven de piel morena y ojos azules si me podía poner en contacto con músicos de la zona. Una vez más, tuve la sensación de que ese “algo o alguien” que me servía como “guía” musical, estaba situándome en el lugar correcto. El chico con el que estaba hablando era de la casta Manghaniyar, casta musulmana dedicada exclusivamente al desarrollo sagrado de la música en los templos hindúes dedicados a la diosa Rani Bhatíyani…pero esa es otra historia…

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